¿Qué hacemos hoy?
Mirar en nuestras canas
esas maneras
de decir: lo siento
cuando ya se han fraguado
las palabras.
Tener ese dudar constante
que nos grita
lo que quedo prendido
por siempre,
en las miradas.
Sufrir esa angustia
de estar viejos,
desde hoy y para siempre
en nuestras ganas.
Despejar las incógnitas
que guardan
los rictus silenciosos
en mananas
que no parecen
marchitarse nunca
a pesar de estar lejos
o guardadas
en el cofre de ayer,
siempre repleto
de renuncias cansinas,
siempre tristes y calladas.
¿Qué hacemos hoy?
Adaptarnos mil veces,
mientras el tiempo pasa,
y a pesar del estrago
de otra tarde que avanza,
presentir en los ojos
que aún amamos,
la sonrisa que amamos,
siempre vaga.
Suspirar, sonreír,
repetirnos…
¡Todo está bien, ahora,
la vida es menos larga!