De repente,
encuentro las palabras
que me faltan,
tanto como yo misma
en la jornada,
de ese seguir tejiendo
cual si nada
pasara en torno mío,
tras la zafra
de inútiles bosquejos
que me aguardan.
De repente,
todo es claro y sereno.
Sobre el agua
se mecen las gaviotas
en su danza
y el río les sonríe,
cual si nada
rompiera en mil burbujas
la cristalina luz
desde las aguas…
De repente:
puedo partir también.
Mi vuelo libre
me lleva a los confines
de mí misma
para un fugaz encuentro
que me acusa
de encontrar, otra vez,
la vieja musa
llevándome en su oleaje,
taciturna y confusa
por ya no sé qué encuentros
por ya no sé qué búsqueda…