De lo que pueda ser,
de lo que hubiera sido
de lo que va y se rompe
con todos los motivos,
es este miedo mío:
tan propio y tan sentido.
Preguntándolo todo,
amalgamando miedos
que otrora había sentido,
es esta ruta íntima,
tan tonta y sin destino.
Así pasan las horas,
amalgamando bríos
para un no sé qué cuentos
que hubieran florecido.
Y así vuela la idea,
tan a su propio ritmo
que niegue los derechos
a su libre albedrío,
de sentir, por sí misma,
lo que hubiera perdido
en ese espacio cierto
que llamamos instinto.
Así voy: vuelo raudo
sin mapas ni caminos.
Una vez, vuelo terco
cruzando hacia el vacío,
y otra vez vuelo suave
sin que perdiera el ritmo
en la misma simpleza
de soñar con lo mismo:
siempre la misma ruta,
siempre el mismo destino…