Dios
Dios

Dios

Dios, Dios, Dios 

¿por dónde andas? 

si hasta en Jerusalem 

sufren las almas 

y las malsanas guerras 

no estimulan 

más que la triste muerte 

sin futuro. 

Los desterrados huyen 

de sus propias regiones, 

la hambruna se aglomera 

por calles y rincones. 

La perversa ignominia 

grita su día a día, 

la libertad se encoge 

con sus manos vacías. 

¿Por dónde andas Dios? 

¿Por qué cierras las puertas? 

¿Por qué van tantos niños 

vistiendo sus flaquezas 

cuando hay tantos manjares 

haciéndose en las mesas 

de aquellos que te claman 

mientras matan tu esencia? 

Dios, si eres para tantos, 

¿por qué tan pocos tienen 

sus barcas tan repletas?

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