¡Hermoso! ¡Más que hermoso!
Sé que el canto
no es mío;
por eso bates alas
con tu libre albedrío
retozando en las puertas
de todos los designios.
Y yo,
releo tus versos,
lo mismo que sonrío,
recordando a mi padre:
sus versos y su ritmo,
siempre buscando auroras
que nunca habrá perdido,
¡diluyendo en mi alma
sus cantos y delirios!
Sé que el canto
no es mío.
Es una vieja ola
en el mar que sentimos
y por eso devuelve
la espuma de los sueños
buscando desafíos…
Escribiendo en la arena
los versos que perdimos…