En medio de la zafra,
de alegre torbellino,
las hojas vuelan raudas
hacia lejanos istmos.
Y yo, estoy en la acera
donde bailan, fugaces,
con la brisa que lega
alegría de valses,
que van haciendo notas
encima de los árboles.
El sol, impostergable
hacedor del paisaje,
se mete entre las ramas,
deseoso de encontrarse
con las cuantas palomas
y sus diarios enlaces.
Todo gira en la toma
de jubilosos himnos
repletos de matices
en todas las vocales.
Y el sol, que guarda siempre
entre nubes, alardes,
va y viene sin parar
sus actos más fugaces
entre una nube y otra,
entre una sombra y otra,
entre tantos ramajes
que resguardan los pinos
con el canto de aves
alegrándote el día
a cualquier fiel amante,
de una sombreada senda
a través del paisaje.
Así canta la vida
con ganas de llamarte
hacia cualquier encuentro
entre mañana y tarde,
que dulcifique un poco
la vida y sus drenajes
desde cualquier esquina
de algún alegre trance
que modifique el tiempo
entre sonrisa y viaje.
En medio de la zafra
que siento al encontrarte,
voy en busca del verso
con el único gesto
de mirar y alegrarte,
cualquier momento nuevo,
cualquier tiempo que marche
al ritmo de la brisa
y al cantar de las aves…