Como una trágica máquina
de atesorar monedas,
estos versos avanzan
tragando mis miserias.
Conspicuas, directoras,
clamando directrices,
se purgan y conjugan
entre mis cicatrices.
Hacen gala de eternos
y consabidos lemas,
sabiendo, entre mientes,
las horas que me restan.
Y son más las dudas
dentro de las metáforas,
las sombras y las quejas,
la espera y las mañanas.
Siendo, sin haber sido,
generador de sueños,
claudico a las imágenes
que, sin querer, estimulo,
y a esa trágica máquina
le dejo lo que empeno;
aunque siga surtiendo
mi límite de versos,
como una trágica máquina
de ¡versos suspendidos
en algún sueño viejo!