¡Con qué furor se dicen
las palabras que callas
cuando tu cuerpo niega
los silencios del alma!
¡Con qué furor evades
detenerte en el tiempo
cuando tus miembros piden
el tranquilo desaire!
¡Con qué furor te niegas
a vivir los achaques
si tu cuerpo, sintiendo,
tiende a anular ayes!
¡Con qué fuerza reclamas
tu lugar en el mundo
que has venido fraguando
y que en verdad, es tuyo!
¡Con qué fuerza reprimes
el cansancio que lleves,
para dar a tu alma
la juventud que inventes!
¡Con qué abrazo te abrazas
a la palabra vida
sabiendo que la vida
nunca será perenne!