Quizás todo transforme
las cosas que te digo:
aclarar los detalles,
según deseos intimos,
languidecer al alba
con el mismo mutismo
que se integró en la noche
cuando todo aclaramos
y todo lo perdimos.
Quizás esta indulgencia
clamando los abismos,
en el semi teatro
que ya nos construimos,
va minando los pliegues
de nuestro abrazo íntimo
sugiriendo las notas
para otro nuevo himno.
Quizás todo transforme
los sueños que vivimos,
las notas que encontramos,
después del cataclismo.
La enseñanza del verbo
que ya nunca pusimos
en los tantos escritos
que hablaban de este abismo.
Tu, con tu frente en alto
yo, con los brazos lánguidos,
esperando la nada
de nuestro claro sismo.
Destruyendo parajes,
ahuyentando razones,
imaginando versos
que algún día escribimos,
sólo para culparnos
del eterno albedrío
de llevar nuestros pasos
hacia donde quisimos.
Tu, atrayendo el mar,
yo, atrayendo los ríos
en esa zafra triste
que cruzó nuestros pasos
hacia nuestros abismos…