La vendimia, la vida,
las horas que no pasan,
los milagros menores
y los grandes milagros
que siempre te amilanan
en un eterno juego
de usar las mismas dádivas.
Y no por eso,
la vida se te viene
y te acicala
con los adornos propios
de algún juego de magia
y sus piras callada,
cuando no entiendes nada.
Imposible mirar
la vida que no pasa,
las cosas que ya sientes
deteriorar el alma,
y la oculta sonrisa,
del juego que no acaba
y la sonrisa nueva
saludándole al alba.
Y es tan solo el deseo
lo que te mira y habla
de las tantas miserias,
de las tantas ganancias,
de las tantas sonrisas
en su juego de magia
resarciendo la musa
que te impone salvarla…