Allá,
donde dormían todos
los crepúsculos
y el sol dibuja
multitud de luces,
debiera estar también
el río que produce
todas las aguas mansas
de los sueños
que vienen a añadir,
entre los tedios,
una llama fugaz
que se eternice
dando vida al poema,
descubriendo,
ese mar de palabras
y matices,
que logran desatar
tan sólo anhelos…
Allá,
donde crece el austero,
y los te quiero,
suelen vagar en olas,
por los cerros,
animados de altura
y de palabras
requiriendo llenar
de augustas aguas
los linderos del ocio
en el desmedro,
de escribir tantas veces
lo que espero
pueda llegar a ti,
entre desvelos
nacidos del amor
y los eternos ruegos…