Hay días en que la tristeza
se guinda de tu espalda
como un macuto viejo,
y extrae, uno por uno,
esos recuerdos tristes que tenemos.
Entonces, nuestro entorno
se fuga sin remedio
haciendo grande, grande,
ese mundo sensible
que nos late por dentro.
Hay días de letargos,
hay días de sosiego,
hay días que parecen
despertar sin remedio
a las miradas tristes
de nuestro propio tedio.
Y hay días solos, solos,
que no tienen más remedio
y mueren a la víspera
de todos los intentos
por encontrar razones
en un triste universo…
Y te etiquetas triste,
así, sin más remedio…