Yo me voy.
Yo me largo.
Yo tomo mis corotos,
y navego
por el río
encantado.
Ese mismo que me ve partir
hacia un lugar lejano
donde no haya dolores
ni querencias,
ni rechazos, ni luchas,
dolor o desencantos.
Ese mismo que va
hilando cantos
con la cadencia suave
del que marcha
sin grito y sin apuro
hacia otros lados.
Donde abunden los sueños
ya vencidos
donde ese ser feliz
no es ningún cuento
para contarle al sueño
de algún desesperado.
Yo me marcho al final
por transparentes olas
que den a mi pesar
algún letargo.
Yo me voy, yo me largo,
tranquilita y feliz,
directo hacia mi afán
y hacia otros prados…