¡Ay Llanto!
¡Ay Llanto!

¡Ay Llanto!

¡Ay llanto, que no sucumbe!

¡Ay corazón de las marchas!

¡Ay! de un todo, que resume

lo que te apreta en el alma.

¡Ay! sin querer de las rutas

que se resisten al tanto

de una pena que hace penar,

¡rezando a todos los santos!

 

¡Ay! llanto de la tristeza,

que pudo más que los mantos

con que cubrían los cuerpos

de las nunca agradecidos,

¡de los siempre desterrados!

 

¡Ay! llanto que cuenta toda

la historia de los naufragios,

en alta mar y en la tierra

que canta siempre pulsano

por un porvenir que ofrezca

las libertarias razones

para presumir, andando, 

lo que puede construirse

a pesar de pena y llanto.

 

Cuando el hombre recupera

lo que siempre fue buscando:

libertad de libertades,

a Dios amando y orando,

y un pueblo lleno de fe

para un futuro alcanzado

con la hidalguía de siempre

y su Virgen protegiendo

¡cada paso que va dando!

 

¡Ay llanto que

siempre fuera

la dolencia

para tantos!

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