Como jugando
a no ser encontrada
la lluvia se coló
por la ventana.
Hizo sus propios juegos
y delicada,
envió la invitación
más acertada…
La luna la miraba
y se callaba
no llegaba su luz
hasta las aguas
que paría la lluvia
en la alborada.
Y sin saber qué hacer
así, como si nada,
hizo un pequeño pozo,
ahí, en la sala.
La luna se asomó
lentamente y, turbada,
tuvo su aparición
sobre las aguas…
entre el patio pequeño
y la antesala.
La luna, mientras tanto
la miraba,
absorta como estaba
entre sus aguas.