En un momento,
se nos vuelca el alma
y no sabemos
más que de sollozos,
y miramos al cielo,
confundidos:
¿Por qué tanta tragedia,
sólo para nosotros?
Y nuestro Dios,
seguramente piensa
que hay: un poco
de todo para todos;
aunque, seguramente
ese poco de todo
sea muy diferente
según los acomodos.
Lágrimas, y silencios,
gemidos y sonrisas,
bienvenida y adioses,
halagos y reproches.
Todo viene en el saco
que dispone la vida
para todos nosotros.
Eso decía mi Madre,
y, a medida que vivo,
la recuerdo y sonrió,
a la par que suspiro,
pidiendo a Dios más fuerza
y un poco más de bríos…
en un momento triste
para cualquier camino…