Es el final de siempre
y es el final de nada,
es la continua baja
de pocas esperanzas.
Es el dolor que surge
cuando ya estas cansada.
Es la mirada torpe,
es la mirada vaga,
la risa que no llega,
el amor que se apaga,
las rotas ilusiones,
las insípidas lágrimas.
La tristeza que brinda
estar sola o lejana
con mi sin fin de miedos
sorprendiéndose en cascadas,
con mis solos motivos
y mi sola esperanza.
Es el eterno juego
con el eterno diario
de mirar cómo pasan
las cosas, los horarios,
sin que puedas medirlos
o puedas explicarlo.
Es por todas las noches,
los días y los años,
ese estar, sin sentido,
ese estar preguntando
qué busco en mis entornos
que no sean milagros.