Como olas volando
desde un sin fin de nubes,
van cayendo las gotas,
bañando las aceras.
La lluvia,
se hace dueña del paso
y de la prisa
de alegres parlantes,
de las sonoras risas,
de los muchos decires
y muchos descontentos
entre ráfaga y ráfaga
de aguas y de viento.
Vuelan también los pasos
en raudos desconsuelos
y la alegría de chicos,
pone alerta a los viejos.
Algunos se sonríen
pensando en el pasado
y en olvidados juegos.
Otros, arrugan caras
y reducen pasos
en calmo parloteo.
El tiempo, mientras tanto
va formando a sus anchas
el reposo y las ansias.
En todo lo que vuela
hay un latir de prisas
que ya a nadie consuela.
Yo me quedo, igualando
de quedarme, las ganas,
y aquellas de partir,
sin más remedio,
buscando perseguir
cada uno de mis sueños:
entre esta cristalina
vendimia de los tiempos,
las olas que se marchan
con sus lejanos ecos
y el encuentro,
que siempre,
alivia sin quererlo.
Mientras…
una paz entre gotas
dulcifica el momento…