No, tu no fuiste conmigo
cielo claro,
fuiste tormenta aviesa
y pregonera.
Fuiste, lo que quisiste,
a tu manera
tan pegada a tu antojo
como piedra.
No, tu no fuiste conmigo
cielo claro,
fuiste relámpago feroz
y cruel tormenta.
Fuiste la placidez
de amor y encuentro,
la añorada preñez
de un cielo claro
cuando muestra las nubes
que te cercan.
No, no siempre fuiste tu,
y en mis delirios,
me amarre a los deseos
y tu puerta,
dejando muy atrás
la lógica respuesta
de no ser ya jamás
la misma que te enfrenta.
Así evado las horas
tal vez imaginando,
que me voy de tu vida
naufragando
en ese deshacer
de olas inciertas…