Ese Río No Sabe
Ese Río No Sabe

Ese Río No Sabe

Ese río no sabe 

la causa de mis cuitas, 

ni interviene en la simple 

conversación que esgrima 

de mi noche tan larga, 

de mi mañana urgiendo 

las numerosas citas 

con mis viejos cuadernos, 

guardianes de mis cuitas, 

con, ese yo, en el medio 

que siempre me encarcela 

en ese siempre añejo 

retrato de la vida:

el que no deja rastros 

tras la tristeza íntima.

 

Me ve y sigue su paso, 

como quien tiene prisa, 

y no quiere enfrentarse 

con la triste sonrisa, 

que, a pesar de mi esfuerzo, 

se dibuja clarísima 

en la faz de sus aguas 

¡reflejando mi herida!

 

Y sin querer saberlo,

tomo mi mundo grita.

Ese río no sabe 

¡las causas de mis cuitas!

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