Hay un lento naufragio
en los adioses…
que no se opaca nunca…
tran triste:
que no encuentra razones
para seguir doliendo,
pero sigue doliendo,
¡aún en las preguntas!
Porque el adiós abarca
toda la posesión
de todo lo que antes
¡jurabamos tener
y no tenemos!
Todo es naufragio
a nuestro alrededor
y las sonrisas pecan,
cuando llegan,
su pecado mayor.
Porque cada sonrisa
es un recuerdo,
y es, cada vez, más triste
el batir de una ola,
incapaz de llegar,
a la dormida playa.
Cuando naufraga el alma,
parece que Dios mismo
¡nos ha dado la espalda!