Hoy, no sé qué detalles
formé para esperarte,
sintiéndome tan sola
que no quise mirarme
en el espejo nítido
del río, por la tarde.
Hoy, yo no sé qué cosa
me dió por esperarte
y alargando mis brazos,
sugiriendo estrecharte,
me quedé entre las sombras:
herida y claudicante.
Hoy de nuevo pregunto,
como si fuera tarde,
por los tantos caminos
que recorrimos juntos
sin sentirnos culpables
de avasallar llevando
la prisa en los detalles…
Hoy, me uniré al río,
sin lograr encontrarme
en las ondas que pasan
sin querer saludarme…
Y aún así, te espero,
¡pretendiendo abrazarte!