Una vez y otra vez
cuando cantan las olas
el mar se va jugando
en danzarinas notas
y el sol hace sus galas
cuidándose en las cuotas
que el viento, lisonjero,
le brinda a cada ola.
Y la playa, fecunda
de inquietos caminantes,
lanza su diana diaria,
pensando envisionarse
con la canción del viento
que lleva las espumas
de las olas que emigran
hacia la tierra húmeda.
Una vez y otra vez,
el corazón palpita,
avisorando notas
que paren la marisma
de un placentero viaje
desde donde se arrullan
los rayos de la luna
con el canto y la brisa…