Cae la lluvia
y el viento, generoso,
ahora invita a danzar
las tantas gotas
que caen sobre el río,
una tras otra.
La calzada, de pronto,
convertida en espejo,
invita a restringir
esos seguros pasos
que saltan en los pozos,
entre risa y recato.
El cielo,
es un oasis blanco,
donde todo parece
y nada resultara
ser más claro.
Pasan las aves,
desesperada búsqueda
de albergo y de sustento.
Los patos, en parejas,
se animan a nadar
sobre el revuelto esquema.
El viento hace sus olas
y las quiebra…
Rio y cielo semejan
la misma claridad
de las gotas que llegan,
así, sin más permiso
que el de la eterna zafra,
cultivando la tierra…