De vueltas,
siempre de vueltas
danzándole al eterno,
del regreso
con el alma
cansada,
pero alerta,
con la omnipresencia
del disgusto
lastimando mil veces
el retorno
sin placidez.
Volviendo
hacia mis propias huellas,
sin entender
lo obvio,
sin olvidar rencores;
de vuelta,
siempre de vuelta,
a mis perdidos viajes,
mi laberinto interno,
mi deseo de paz
y mis tontos regresos.
De vuelta a la nada
y nada en mis retornos,
que justifiquen huellas…