Yo no sé cuántos llegaron.
Yo no sé cuántos se fueron.
Sólo sé que la tristeza
se reflejaba en el cielo,
y en el sitio de sus tumbas
pequeñas flores nacieron
haciendo honor a la lucha
que era nuestra y era de ellos.
Yo no sé si la victoria
corresponde a los que luchan
o a los pobres de los pueblos.
Yo no sé si tanta lágrima
llena la justa tristeza
que llevamos en el pecho.
Si la mirada perdida
hacia el paisaje de Patria
cuenta la historia de tantos
que, por Ella, perecieron.
Yo sólo sé que me quedan
la tristeza, el desconsuelo.
Yo sólo sé que esperando
las dádivas se perdieron,
esas de amor, lucha y cantos,
esas de llanto y consuelo.
Y yo no sé cuantos siglos
alcanzaran a mirarla
tan erguida y victoriosa
como siempre la soñaron
¡los que por ella murieron!
Yo no sé si fue la brisa,
o las flores que sembraran.
Sólo sé que allá en el monte,
allí, donde los mataran,
frente a la casita pobre,
con el amor de los pobres
derramándose en las lágrimas
hubo tristeza en la tierra,
en el cielo, lluvia clara,
y una tristeza en la Patria
¡que se colaba en el alma!