¡Y luego… nada!
En tu largo camino
donde crecen tus rosas,
sus espinas,
lastimándote el dorso
te reclaman
ya no sabes qué cosa
en la vigilia.
Los caminos angostos
se propagan
llamándote a buscar
la mejor vía,
mientras tu pides treguas,
y alguna vez,
la fuerza fuera tuya,
y alguna vez
la usaste
para tu propio bien
o propia estima.
Ahora, en ese ahora
del ahora
que no te pertenece,
sigue la rueda
de la buena fortuna
burlándose del largo
de tus penas:
ignorando batallas,
olvidando estrategias,
creando los letargos,
tratando de olvidar
sus mil promesas…
¡Y luego… nada!
que te lleve a asumir
tu lucha o tus banderas.
Nada que te persuada
llanamente
de seguir, innegable,
la corriente
¡que se escucha en tu ser
sin hacer nada!