Desde Lo Más Profundo De Mi Ego
Desde lo más profundo de mi ego, enfrentando tu ego con mi orgullo no consigo hilvanar ningún deseo que me aproxime a ti, libre del flujo de mi hondo pesar y el pesar tuyo. …
Desde lo más profundo de mi ego, enfrentando tu ego con mi orgullo no consigo hilvanar ningún deseo que me aproxime a ti, libre del flujo de mi hondo pesar y el pesar tuyo. …
Mientras vivo, me calzo en mis propios zapatos, hurgo dentro de mi, mejor que antes. Más acuciosamente predispuesta, ahorro mi dinero y mis esfuerzos por los pocos intentos que me llenan. Me alegro mas …
Y por qué no decir, amiga mía, que hace ya tiempo nuestros sueños se han ido, como se va a la mar la plenitud de un río. Como caminan todas las estrellas fugaces muriéndose en …
Cuando viene a buscarme, solitaria me encuentra, perdida en laberintos que no esconden mis huellas, reviviéndome toda, tras la mañana nueva. Estas horas calladas reteniendo mi busqueda, registrando las nuevas experiencias ganadas para mi fortaleza …
Yo no tuve el sabor de tus días en ese descontento de las horas heladas con tu té y tus galletas; unas macetas vivas que resguardan la vida, en donde la certeza de florecer nacía …
Primero un suave titilar dominando la noche, después, miles y miles de linternas proclamando un poder desde lo lejos. Primero, masas indómitas en un girar concéntrico, después cuerpos celestes trajinando los cielos. Primero …
¿Con qué llanto se ganan las batallas? ¿Con qué gemidos se pierden las batallas? ¿Con qué fuerza se ignoran las batallas, que no logran pelearse? ¿Con qué dudas te vas hacia la propia muerte? ¿Con …
En este maremoto que va cruzando horas, mi río multiplica la fuerza de su s ondas, y, va ligero, presto, indagando en el tiempo las horas que me faltan para los desconsuelos. El sabe …
Páez, Armador insaciable de lides y hazañas con tus lanzas de trueno la victoria vino en campana procreando patrias. En el feroz combate el enemigo supo del heroismo apertrechado en tu pecho sublime de soldado …
Cuando piensas que pasan tras la calma sentida todas esas virtudes que siempre maravillan: el verdor, los colores, la gama de poesías, las nubes solitarias buscando la vendimia de una lluvia tranquila que le refresque …
Soy yo, te digo, la que legó a ambos lados del camino su costumbre de siempre de estar triste. No importando las causas que tuviera en cada cicatriz me fui llevando, los recuerdos de tristes …
Y, ¿qué tal si me marcho olvidando premisas, como quien busca aires, respirando deprisa, en un navegar cierto que derrota las siempre encalladas noticias? Y, ¿qué tal si me hundo en mi «nunca recuerdo», …